31 oct 2011

Argentina: Alarma en las tecnológicas por la invasión de celulares falsos

Al igual que la ropa, los relojes, los perfumes, películas y discos, la práctica de la falsificación alcanzó a los celulares. La invasión de réplicas ilegales de teléfonos afecta a casi todas las marcas (BlackBerry, Nokia, Motorola y Apple, entre otras) y es de tal magnitud que puso en alerta a las tecnológicas: se arman asociaciones y alianzas para enfrentar un flagelo que castiga en todo el mundo y particularmente a la Argentina.
En el mercado calculan que en el país se venden alrededor de 500.000 celulares truchos de las marcas y modelos más vendidos y el negocio va en ascenso. “Para tener una idea, en 2010, la Aduana detectó 200.000 equipos falsificados”, dijo Paula Córdoba, de Nokia. “Compartimos con otros fabricantes una política incesante destinada a combatir los teléfonos falsos”, completó Maurizio Angelone, gerente general de Dispositivos Móviles de Motorola.

Un reciente estudio de MMF (Mobile Manufacturers Forum), una asociación conformada por 12 fabricantes de primer nivel, entre ellos Motorola, Nokia y RIM (dueña de los BlackBerry), advierte sobre la amenaza. “En los mercados emergentes recientemente se registró un gran aumento en la venta de celulares falsos”, expresó Aderbal Bonturi Pereira, director para la región de MMF. Si bien admite que es difícil precisar cifras, revela que “en Brasil, por ejemplo, las terminales ilegales pueden representar el 20% del mercado”.

Consultado por iEco , Pereira estimó que el volumen del mercado negro a nivel global ronda los 200 millones de equipos truchos. “El negocio ilegal crece en la misma proporción que el mercado legal y golpea a las marcas líderes”, sostuvo. Las preguntas obvias son varias: ¿dónde y quiénes fabrican las réplicas? ¿dónde se venden y quiénes las compran? Y en el caso de la Argentina, donde existen fuertes restricciones a la importación de electrónicos, ¿cómo logran ingresar al país? José Martínez, de Nokia, describe: “La gran mayoría de estos equipos son clones de las productos íconos de las marcas. Son producidos en China, no tienen marca (o les ponen marcas parecidas a las originales) y en la jerga se los conoce como teléfonos schanzai”.

“Los teléfonos falsos pueden combinar componentes desactualizados con repuestos de menor calidad, dentro de una carcasa con diseños similares a los originales, pero el producto no tiene ni el ajuste, ni el acabado ni la durabilidad de los genuinos”, señaló Adrean Scheid Rothkopf, de RIM.
Martínez indica que se han hecho denuncias en la Justicia, pero que “el problema es tan grande que las herramientas jurídicas son insuficientes y poco efectivas”.

El parecido de los equipos truchos con los originales es sorprendente (ver foto). Y no menos sorprendente, al parecer, es la logística para disputar una parte del mercado local, en el que se colocan 12,5 millones de unidades al año. “Trabajamos con denuncias y con la Aduana, pero las organizaciones criminales tienen muchas estrategias”, apuntó Martínez.

El directivo cree hay dos tipos de compradores de las falsificaciones: los que saben que es una réplica pero lo compran porque el precio es más bajo, y los que creen que compran un original. “Suelen parecerse mucho a los teléfonos genuinos y por lo tanto generan mucha confusión”, indica un informe elaborado por Nokia ¿Cuánto más barato? Paula Córdoba sostiene que se venden entre el 30 y el 50% del valor de un original.

Al igual que en otras partes del mundo, las únicas autorizadas a vender celulares en la Argentina son las telefónicas, las cadenas de retail y las agencias autorizadas. “Si un local no reúne esas características, en principio es para sospechar”, dice Córdoba. La preocupación es mayor si se tiene en cuenta que las copias ilegales abarcan también a los accesorios: es decir, en el mercado pirata es posible encontrar baterías, cables, cargadores y hasta estuches muy parecidos a los originales.

El principal interrogante es predecir si las acciones de las tecnológicas no es una batalla perdida de antemano. En el mercado dicen que no. Dicen que la prioridad es alertar y concientizar a los consumidores para frenar la amenaza.

Fuente: iEco

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