5 sept 2010

¡Arriba las manos, esto es un robo de identidad!

Por Ariel Torres

Suena el timbre. Usted pregunta quién es por el portero eléctrico. Reconoce la voz. Hace subir a la persona. Un amigo. Un colega. Un familiar. Da lo mismo, como se verá. Después de los saludos de rigor están charlando cómodamente en el living. A pesar de las evidencias físicas, usted percibe que algo no está bien. Como si esa persona no fuera quien dice ser. Más hablan y más se convence de que se encuentra frente a alguna clase de usurpación de un cuerpo por una personalidad ajena, alguna clase prodigio.

Prodigio, debemos decir, que uno esperaría encontrar más bien en las novelas de ciencia ficción -sabe a Philip K. Dick, aunque él seguramente le habría dado alguna ingeniosa vuelta de tuerca más- o en esas demasiado fantasiosas aventuras hollywoodenses donde el villano ha experimentado una cirugía para cambiar su identidad .

Dicho de otro modo, en el mundo real estas cosas no ocurren, las personas no cambian de identidad.

Oh. Espere.

Un momento.

(Insertar ruido de módem analógico conectándose aquí.)

Me dice Daniel Monastersky, abogado especialista en delitos informáticos y fundador de IdentidadRobada ( www.identidadrobada.com), que el robo de identidad no deja de crecer en la Argentina, y que es uno de los dos delitos virtuales que más preocupan a la ONU.

Claramente, la identidad ya no es lo que solía ser.

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