8 ene 2010

Envenenando la Información

Psyops es el termino que se usa en el argot militar para referirse a la diversas estrategias desplegadas en un conflicto armado con objeto de influir al contrario buscando desmoralizarle o incluso hacer que apoye nuestra causa. Podríamos decir que es como la ingeniería social pero aplicada al campo de batalla.

Lo cierto es que desde las estratagemas de Gengis khan hasta los agresivos y elaborados defacement de las ciberguerras actuales, la historia bélica esta plagada de ejemplos donde se influyó en la motivación del enemigo manipulando su percepción de los hechos. Para conseguir este fin necesitamos modificar la información que recibe, la única diferencia entre las estrategias del pasado y de hoy es que, como os podéis imaginar, el campo de batalla ha cambiado.

A priori parece que un modelo descentralizado como Internet, basado en fuentes información dispersas, resulta difícil de envenenar o manipular pues no se pueden abarcar todos las fuentes disponibles por el receptor de la información. Sin embargo a lo largo del 2009 numerosos incidentes nos han demostrado que esta teoría está bastante lejos de ser perfecta y que la red es perfectamente vulnerable a una mentira bien elaborada y difundida. De hecho para atacar a este sistema podemos imaginar una estrategia en dos etapas:
  1. Analizar el flujo de información del tema que nos interesa hasta localizar un número manejable de sitios clave, donde una vez nuestra información sea insertada con éxito, se dispersará "por si sola".
  2. Una vez localizados estos sites objetivo entra en juego el astroturfing, que consiste básicamente en difundir información falsa (o mejor dicho, desinformación) fingiendo que proviene de una multitud de opiniones espontáneas. El objetivo de esta técnica es aparentar que existe un gran apoyo popular a una determinada causa y así potenciar una corriente de opinión favorable. Para que el engaño tenga éxito se necesita aparentar que las opiniones provienen de un número elevado de individuos independientes, no organizados y geográficamente dispersos, lo cual resulta sencillo de conseguir empleando los medios adecuados.
Un número suficiente de astroturfers pueden poner en portada o enterrar noticias en medios tan populares como Digg o Menéame, votar vídeos en Youtube, mantener entradas falsas o modificadas en Wikipedia con las que apoyar sus razonamientos e incluso influir en las búsquedas de Google.

En los últimos años nos encontramos con numerosos ejemplos de astroturfing con objetivos tan dispares como ridiculizar campañas políticas o mejorar las ventas de un producto. De hecho China e Israel han reconocido emplear grupos de astroturfers (voluntarios y asalariados respectivamente), para inundar foros políticos y de derechos humanos con opiniones favorables a la doctrina política de estos países.

Autor: Javier Barrios
Fuente: S21sec e-crime

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