24 sept 2008

Alberto Arebalos, representante de Google para América Latina: “Nos preocupa mucho la privacidad”

Las oficinas de Google Argentina en poco se parecen al garaje en el que el judeoestadounidense Larry Page y el ruso Sergey Brin, por entonces universitarios veinteañeros, se arremangaron el 7 de septiembre de 1998 para mover el lavarropas y acondicionar el lugar como primer bunker de lo que hoy es, además del principal sitio de indexación de contenidos, la marca con mayor valor comercial del mundo, por sobre Coca-Cola, Microsoft o General Electrics. Redundante es escribir –aunque finalmente sea escrito– que las mollejas al ajillo con papas a la crema que almuerzan los empleados de Google en este edificio de Puerto Madero tampoco se asemejan a las pizzas que fueron dieta básica de Page y Brin por esos días. Pasaron diez años y se sumaron 18 mil millones de dólares a la caja patrimonial de cada uno.

A Alberto Arébalos la cifra no le cambió la forma de caminar, que ni por asomo reproduce el vértigo con el que creció la empresa que hoy representa como director de Comunicaciones y Asuntos Públicos para Latinoamérica: Google, tal vez el símbolo máximo de la aceleración en los cambios en las tecnologías de la información y la comunicación. Cierra el flamante navegador Chrome, desarrollo de la casa, y camina despacio, portando una remera en apoyo a Obama. Pasa frente a un plasma que muestra Google Earth –que hace lucir inocente al panóptico descripto por Foucault– y duda al elegir su almuerzo, tanto como los internautas al entrar en el sitio que representa. Ya se ha dicho: ingresar en Google es un reflejo automático, aun para aquellos que no tienen nada que buscar.

–¿Cuál es el mayor aporte de Google en estos diez años?

– Haber pasado de ser una consecuencia de los avances tecnológicos a ser también motor de lo que sucede. Al crear el advertising relevante, Google generó un nuevo sistema económico. Había banners publicitarios de los que era imposible definir su utilidad. Hoy, con los AdWords (publicidades ligadas a las búsquedas de los usuarios) se puede calcular el retorno de la inversión, saber cuánta gente entró a mi sitio, qué vio, algo clave para pymes que en otra época no tuvieron forma de hacer publicidad a escala global. Esa oportunidad no existía antes de Google.

–Que el dueño de una pyme posea esos datos hace que muchos se pregunten a cuáles accede Google y qué hace con ellos.

–Hay mucho mito respecto de qué hacemos con la información. Google no recauda más datos que los que el usuario quiere dar, no nos metemos en su computadora y le leemos un archivo, no tenemos su DNI, su dirección ni su número telefónico. Sólo vemos direcciones de IP que identifican computadoras, no personas. Si el usuario va a un cyber, cambia de IP.

–Existieron casos en los que información aportada por Google sirvió para rastrear y ubicar a personas.

–Sólo se entregó la dirección de IP de un usuario por pedido de un juez, cuando con una cuenta se cometió un delito, como amenazar, extorsionar, o distribuir pornografía infantil. En Google nos preocupan mucho la privacidad y la seguridad de los datos, y tenemos problemas de los dos lados: los gobiernos que piden la información y la gente que acusa a Google cuando hay otras empresas que rastrean información mucho más concreta, nombre y apellido, número de cuenta bancaria, y nadie reclama.

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