28 oct 2012

"Alan Turing fue esencial para ganar la Segunda Guerra Mundial"

La segunda mitad de 1940 y la primera de 1942 fueron conocidas por las tripulaciones de submarinos alemanes como los tiempos felices. Durante esos meses, sus victorias en la campaña del Atlántico fueron numerosas y sus riesgos, limitados. Como cuenta Pedro Bernal, teniente general del Ejército del Aire y ex director del Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (CESEDEN), esas dos etapas de triunfos coinciden con la inclusión de novedades dentro de Enigma, la máquina empleada por Alemania para sus comunicaciones seguras durante la Segunda Guerra Mundial.

Esta relación entre los triunfos aliados y su capacidad para interceptar las comunicaciones enemigas ofrece una idea del valor del trabajo del matemático Alan Turing y todo el equipo que trabajó desde la mansión de Bletchley Park, en Buckinghamshire (Inglaterra), para desencriptar los mensajes nazis. En una conferencia enmarcada en el simposio internacional El legado de Alan Turing, organizado por la Fundación Ramón Areces en el centenario de su nacimiento, Bernal ofreció su visión sobre la relevancia del trabajo de inteligencia del matemático británico, que pudo acortar la guerra hasta dos años y fue esencial para la victoria aliada.

¿Habrían ganado la guerra los aliados sin Turing? 
No sé si sin Ultra [el programa británico para romper los códigos alemanes] o sin Turing, pero desde luego sin las labores de inteligencia que desarrollaron, no. Creo que la importancia de este trabajo se podría valorar aún mejor si pudiésemos aplicar un método científico riguroso para ver qué cantidad exacta de mensajes se consiguió descifrar y cuándo. Se podría establecer una medida del éxito de la inteligencia mucho más precisa, pero por la propia naturaleza de los materiales de los que estamos hablando, todo eso ha sido confidencial y ha estado clasificado. Pero en cualquier caso, creo que en aquel combate de las armas que se trasladó a las ondas, sin el trabajo de Ultra, posiblemente, no se habría ganado la batalla del Atlántico, y creo que el trabajo de Turing, si no fue una causa excluyente, desde luego fue un factor esencial para el triunfo.

Usted ha observado una relación entre las innovaciones alemanas en sus sistemas de encriptación y etapas de más éxitos militares para sus ejércitos justo a continuación. ¿Por qué no introdujeron esas innovaciones con más frecuencia?
Hay un debate, todavía hoy, sobre hasta qué punto los alemanes sabían que eran vulnerables en algún aspecto, por aspectos de diseño de la máquina o por procedimiento. Creo que ellos lo sospechaban, aunque no tenían certeza. Por otro lado, incluso cuando capturaban alguna máquina, había quien decía que daba igual, porque, aunque tuviesen la máquina o los códigos, la utilización que se estaba haciendo de ellos y los cambios que se estaban realizando día a día harían imposible que los enemigos accediesen a la información. Pero entiendo que ellos sospechaban que algo funcionaba mal porque también veían que cuando introducían un cambio, observaban una mejora que después con el tiempo se difuminaba.

¿Pudieron hacer algo más para evitar que se interceptasen sus mensajes?
Ellos hacían cambios de carácter disciplinario, de protocolos, pero para mí hay algo más que podían haber hecho. Basaron tanto sus mensajes en Enigma que posiblemente con eso facilitaron el que redes o mensajes que no eran tan opacos pudieran ser descifrados y comprometiesen el resto. Si hubieran concentrado la utilización de Enigma para aquellos mensajes de importancia capital, y el resto los hubiesen transmitido por otras redes, habrían dificultado mucho más la labor a quienes querían romper el código.
Al principio, los propios británicos creían que el sistema de codificación era indescifrable, salvo Turing.

Cuando Turing se incorpora al barracón [dirigió el barracón 8, la sección responsable del desciframiento de los códigos navales], hay una situación de desconcierto. Aunque saben que se está utilizando una máquina y ya han visto las versiones comerciales de esta máquina, la cantidad de combinaciones que ofrece hace que vaya a ser prácticamente imposible descifrar el código o al menos hacerlo a tiempo para que la información sea útil. El único que da un paso adelante y dice “este problema se puede abordar” es Turing. Él basa toda su filosofía en tratar de eliminar parte de esa maraña de alternativas. El cálculo que se hace de esas alternativas es secuencial. Primero, cuántas combinaciones se hacen de cinco rotores cogidos de tres en tres, después, las 26 letras de cada rotor, multiplicadas por las de los otros rotores, y así sucesivamente. Cuando se juntaban todos estos elementos, y se empezaban a hacer cálculos, salía una cantidad de ceros que asustaba. Turing se dio cuenta de que la clave estaba en descartar parte de esa complejidad en cada una de las etapas. Con un sistema de cribas lograba quedarse con números más digeribles, y llegaron a trabajar con problemas que implicaban hasta 106.000 alternativas, que puede parecer mucho, pero era una cifra abarcable para las máquinas de las que disponían.

¿Quién era la gente que estaba en el otro bando?¿A quién ganó Turing?
Turing en realidad vence al sistema Enigma y a toda la lógica que contiene. Al que vence es al creador de la máquina. Cuando las fuerzas armadas cogen esta máquina, van introduciendo mejoras y hacen un diseño, sobre el original de [el ingeniero alemán Arthur] Scherbius, para utilizarla con más efectividad. Hay un lado en el que uno está luchando con su inteligencia contra otros que están luchando con una máquina muy efectiva a la que están sacando un rendimiento máximo introduciéndole mejoras. Pero no se puede hablar de una batalla entre equipos.

¿La criptografía tiene ahora la misma importancia para los ejércitos del mundo?
Siempre. Vivimos en la época de la información y en la red hay mucho ruido, pero también mucha información útil, que se ha de saber aprovechar. Ahora, además, estos sistemas de criptografía están en muchos otros lugares, como los hospitales o en la propia Administración. A medida que ha crecido la información, ha crecido la necesidad de asegurarla. Pero en cualquier caso, como sucedió en la época de Turing, aunque se tienen máquinas mucho más potentes, lo que determina el éxito en su uso es el cerebro que se suma a la máquina.

Fuente: Materia

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