31 may 2013

Los 10 errores típicos de una PyME en materia de seguridad

No cabe duda de que en los últimos años hemos avanzado mucho en Seguridad de la Información. Poco a poco, entre las empresas comienza a implantarse la idea de que la seguridad es un ámbito al que hay que prestar una atención específica e independiente, más allá de lo que muchos consideran “los informáticos”. Sin embargo, si no es bueno caer en el catastrofismo, no debemos ser demasiado indulgentes: queda mucho camino por recorrer y los avances no siempre se producen a la velocidad a la que, afortunadamente para los delincuentes, serían recomendables o deseables. A diario se producen noticias de empresas u organizaciones con una fuerte inversión en seguridad cuya infraestructura tecnológica es vulnerada, lo que da una idea del desequilibrio de fuerzas existente.

En esta línea, aun persisten muchos errores y creencias que podemos identificar como los diez errores típicos de las PYMEs en materia de seguridad y que marcan el camino a seguir estos próximos años.

1. Pensar que su información o sus sistemas no interesan a nadie. Este es, sin duda alguna, el principal escollo en la mejora de la seguridad de la información de una organización: pensar que no son el objetivo de nadie. Existen varios poderosos argumentos para desmontar esta creencia. En primer lugar, cualquier equipo es útil para las “botnets” o redes de PCs zombies controlados remotamente, sea un PC corporativo o el portátil de un adolescente; mientras pueda controlarse remotamente puede ser utilizado, con otros miles, para divulgar spam o atacar sistemas. En segundo lugar, quizá nadie esté interesado en nuestros sistemas, pero un escaneo por parte de un gusano puede detectar por simple casualidad un equipo vulnerable. Por último, muchas organizaciones infravaloran el valor de su información, tanto para la competencia externa como interna: balances contables, tarifas de precios, márgenes, procesos de producción, innovaciones, etc.

2. Creer que la seguridad es sólo técnica y por tanto sólo compete a los informáticos. Limitar la seguridad a los controles técnicos, evidentemente necesarios, conduce a descuidar aspectos tan importantes como los legales y organizativos. Gestionar las incidencias, definir responsabilidades o abordar los requerimientos de carácter legal son aspectos vitales para evitar amenazas como la ingeniería social o el phishing.

3. Un antivirus y un firewall son suficientes. Este es, principalmente, el progreso con el que introducíamos esta entrada: pocas organizaciones actualmente carecen de un antivirus e incluso de un cortafuegos. Sin embargo, esto conduce a una falsa sensación de seguridad que hace olvidar que existen otras muchas amenazas, tanto técnicas como no técnicas, que requieren la adopción de medidas más específicas.

4. Pensar que la seguridad es un producto y no un proceso. Este error persiste de épocas lejanas en las que la seguridad era un aspecto más dentro de las muchas tareas del personal del área de informática. Sin embargo, las cosas han cambiado significativamente y la seguridad ha adquirido un estatus propio. Cualquier persona que trabaje en un departamento de RRHH, producción, logística o contabilidad tiene que llevar a cabo un mantenimiento diario, ya sea actualizando sus conocimientos, manteniendo los sistemas, implantando nuevos procesos o adaptando su funcionamiento a nuevos requerimientos legales; las áreas y departamentos se adaptan a los cambios constantemente. Sin embargo, la seguridad sigue considerándose un ámbito que no requiere mantenimiento o seguimiento alguno. Nada más lejos de la realidad.

5. La confidencialidad es algo de espías y grandes multinacionales. Es cierto que los espías y las grandes multinacionales firman acuerdos de confidencialidad. Y aunque a muchas empresas todavía le suenan a ciencia ficción, eso no los hace innecesarios en el ámbito de la PYME. Tanto con proveedores, clientes como con trabajadores y en definitiva cualquier persona física o jurídica que vaya a acceder a la información de la empresa, es vital firmar acuerdos de confidencialidad cuya finalidad no es otra que proteger la información de la organización. Pocas veces un esfuerzo tan pequeño trae unos beneficios tan grandes. Ni más, ni menos.

6. No contemplar la seguridad en los contratos corporativos. Hoy en día, la hoja de pedido, sin más, sigue siendo en muchos casos el procedimiento para contratar servicios. No existe un contrato de servicios ni cláusulas de confidencialidad. No se contemplan requerimientos legales como la Ley Orgánica de Protección de Datos ni se tienen en cuenta, por ejemplo, las medidas que el proveedor puede estar aplicando sobre la información que le proporcionamos. En definitiva, la seguridad, en cualquiera de sus ámbitos, todavía brilla por su ausencia en los contratos que muchas PYMEs firman con sus proveedores y/o clientes.

7. La Ley Orgánica de Protección de Datos, esa gran desconocida. A pesar de que la LOPD lleva en marcha desde 1999 y que incluso existía un reglamento de una ley anterior que concretaba, con mayor o menor detalle, las medidas a implantar en el ámbito de protección de datos, casi catorce años después muchas empresas ignoran sus obligaciones en esta materia y algunas de las que las conocen deciden no llevar a cabo acción alguna. Ya sea por evitar sanciones o por responsabilidad social con las personas que nos confían sus datos, cualquier empresa debería adoptar las medidas necesarias para garantizar la seguridad de los datos de carácter personal de sus clientes, empleados, proveedores…

8. Mirar hacia fuera pensando que las amenazas siempre son externas. Sin ánimo de criminalizar y a pesar de lo que las noticias pueden a menudo hacernos pensar, es bien sabido en el ámbito de la seguridad que la mayor parte de los problemas de seguridad provienen de dentro de las propias organizaciones. En algunos casos, por usuarios malintencionados con los que se deben adoptar las medidas que subsanan muchos de los errores anteriores. Sin embargo, en muchos otros casos se trata de simple desconocimiento: un empleado que utiliza un USB infectado, abre un adjunto o pincha en un enlace que le llega en un correo o simplemente tira a la papelera información confidencial. En este caso, se hace imprescindible adoptar una estrategia permanente de concienciación en seguridad de la información, incluyendo al personal directivo que maneja información sensible, que evite y mitigue comportamientos peligrosos tanto para la organización como para el propio empleado.

9. Ofrecer servicios a través de Internet sin tener en cuenta su seguridad. Un servicio ofrecido a Internet es accesible virtualmente por miles de millones de personas, algunas de las cuales no tendrán desde luego buenas intenciones. Sin perder de vista los requerimientos legales necesarios (y en muchos casos bastante sencillos de cumplir) que ya hemos visto, la historia se repite una y otra vez: entre otros, servicios que contienen formularios vulnerables a ataques que ya existían hace una década o servidores web incorrectamente configurados… o directamente sin configurar.

10. Descuidar la gestión de la red y los sistemas. Por último, pero no menos importante, muchas empresas todavía descuidan de manera continuada el mantenimiento de la seguridad de sus servidores y redes, lo que conduce a dispositivos de red vulnerables, puntos WiFi que permiten a una persona al otro lado de la calle acceder a nuestra red corporativa, bases de datos de uso interno accesibles desde Internet, o servidores sin actualizar desde hace años. Sin entrar en que esto además conduce a la ignorancia más absoluta sobre lo que sucede en las infraestructuras de la organización, donde un intruso puede por tanto campar a sus anchas. El resto queda a la imaginación.

Este decálogo de errores típicos, más habituales de lo que cabría pensar, podría sin duda ser completado con muchos otros problemas más específicos que las PYMEs cometen a diario. Sin embargo, si en unos años pudiésemos tachar al menos la mitad de estos errores, ya habríamos avanzado mucho en la seguridad de nuestras empresas.

Fuente: Security Art Work

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