12 nov 2012

El affaire de Petraeus, revelado en su correo (electrónico)

La revelación de que la investigación que provocó la renuncia de David Petraeus como director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) fue producto de un error que llevó a los servicios secretos del FBI hasta sus correos personales donde platicaba con su amante sobre "sexo bajo el escritorio".

El escándalo no acalló las críticas de que dejó el cargo antes de dar su testimonio sobre el incidente en Bengasi, la ciudad libia donde fue asesinado el embajador estadunidense Chris Stevens.

"Una fuente del FBI dice que la investigación comenzó cuando la inteligencia estadunidense confundió un correo que Petraeus había enviado a su novia con una referencia sobre corrupción", escribió para el portal Newsmax Ronald Kessler, a quien el diario The Blaze identificó como el periodista que destapó el caso de las prostitutas que contrataron agentes de los servicios secretos días antes de la visita del presidente Barack Obama a Colombia.

"El FBI siguió investigando e interceptando los correos que Petraeus intercambió con la mujer. Los correos incluían referencias sexuales explícitas con alusiones como sexo bajo el escritorio (sex under a desk)" escribió Kessler.

La noticia provocó numerosos comentarios en el foro del diario The Blaze. Algunos destacando que su renuncia ocurrió a unos días de que rindiera testimonio ante el Congreso sobre Bengasi.

El reporte de Kessler señala que en algún momento después de que Petraeus prestó juramento como director de la CIA el 6 de septiembre de 2011, la mujer rompió su relación con él.

"Sin embargo, Petraeus siguió persiguiéndola, enviándole miles de correos electrónicos en los últimos meses, lo que despertó todavía más interrogantes", destacó.

La prensa identificó a la mujer como Paula Broadwell, a quien el ahora ex director de la CIA conoció en la primavera de 2006 en la academia militar de West Point, cuando era una estudiante graduada de la Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard.

Pero lo que no ayudó a impedir el escándalo fue que la prensa sospecha que el esposo de Broadwell es el autor anónimo de una solicitud de consejo a la columna "Ethicist" de The New York Times.

El esposo de Broadwell es quien da consejos sobre ética en la columna "Ethicist" y curiosamente recibió la duda de un caso idéntico al que vive su mujer, una relación con un funcionario de gobierno.

"Está verdaderamente arrepentido", aseguró Steve Boylan, un oficial retirado del ejército y ex portavoz de Petraeus que habló ayer con el general.

Petraeus, de 60 años de edad, conoció a su esposa Holly cuando era cadete en la Academia Militar de EU en West Point, Nueva York. Ella era la hija del superintendente de la academia. Holly y Petraus llevan 37 años de casados y tienen dos hijos.

Desde el viernes empezaron a destacarse comparaciones en la prensa estadunidense sobre su esposa y su biógrafa con quien mantenía una larga relación.

El presidente Obama aceptó la renuncia del general y reconoció la labor que realizó en las misiones en Afganistán e Irak.

Obama está decepcionado

Tras conocerse la renuncia del jefe de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), David Petraeus, el presidente Barack Obama quedó realmente decepcionado, aseguró la Casa Blanca.

Con Petraeus perdió un pilar de su guerra contra el terrorismo, ya que el condecorado ex general convirtió la CIA en una contundente tropa que dirigió cada vez más operaciones internacionales con aviones no tripulados y que también desempeña un papel cada vez más importante en la defensa de ciberataques.

A ello se añade que Obama sufrirá pronto, de hacerse realidad todas las previsiones, una pérdida masiva de experimentados líderes de su política de Defensa y Exterior.

La secretaria de Estado, Hillary Clinton, quiere retirarse pronto, igual que el de Defensa, Leon Panetta. Y ahora tendrá que encontrar también a un nuevo jefe de los servicios secretos que suministre a las dos autoridades informaciones decisivas.

El Presidente no sospechaba que su jefe de inteligencia estaba a punto de renunciar hasta que se reunió con él. En un primer momento, el mandatario rehusó aceptar su dimisión diciéndole que lo iba a considerar, según el periódico The New York Times.

Dado que varios observadores le atribuían una ambición política —que Petraeus desmentía— su nominación a la cabeza de la CIA era también para la Casa Blanca una manera de silenciarlo respecto de operaciones clandestinas asignada a la agencia, aseguran analistas.

Fuente: Excelsior

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