11 abr 2012

Bullying, un drama que crece en silencio

Por Sebastian Lalaurette

Los especialistas en el tema del acoso escolar afirman que debe mejorarse la prevención en el aula y capacitar a los profesores.

¿Qué es lo que llevó al pequeño Víctor Feletto a dispararse un tiro en la sien, la semana pasada, en su casa de Temperley? Su abuelo José tuvo una respuesta inmediata. "Lo mató el colegio", dijo, furioso, aún con el dolor en carne viva. Los especialistas, en cambio, no creen que sea tan simple hallar una causa única para la tragedia, pero lo cierto es que José puso sobre la mesa dos cuestiones candentes: el acoso escolar, o bullying , y el suicidio adolescente.

Desde dentro y fuera del sistema educativo bonaerense -aunque el fenómeno, claro está, tiene un alcance nacional- estudiosos del tema consultados por LA NACION señalan que ni el hostigamiento entre niños ni las raíces de lo que puede derivar en un suicidio adolescente son bien detectados en las escuelas, y que hace falta mayor formación en esos temas específicos.

Víctor, de 12 años, se suicidó luego de que la directora de la escuela secundaria donde estudiaba le negó el permiso para dejar de ir a las clases de gimnasia, donde era empujado y golpeado por algunos compañeros. Su abuelo José, dueño del arma con la que el chico se quitó la vida, se quejó amargamente: "Lo obligaban a hacer ejercicio, aunque no quería. Nadie le dio importancia a su problema".

Los expertos coincidieron en que la tragedia de Temperley difícilmente pueda atribuirse a una sola causa, pero también señalaron que estos problemas suelen transcurrir debajo de las narices de padres, docentes y psicólogos, sin que ninguno de ellos los detecte.

La psicóloga Adriana Denegri, docente de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) e integrante del Centro de Orientación Familiar platense de la Dirección General de Cultura y Educación (DGCE) bonaerense, afirmó que "algunos maestros no fijan tanto la mirada en las situaciones" de violencia entre alumnos. "A veces, hay cierto descuido. No de todos los docentes, claro", dijo. "Pero no siempre la escuela es capaz de registrar estos fenómenos, a pesar de que es un buen lugar para registrarlos. Sucede que el chico que lo padece lo silencia. Y como se trata de los alumnos más retraídos, los menos ruidosos y conflictivos, son aquéllos de los que menos se ocupan los docentes y los equipos psicológicos", añadió.

El diputado provincial Walter Martello (CC/ARI) coincidió: "El docente suele no advertir la existencia de estos casos porque el contexto general de violencia estandariza cualquier tipo de situaciones. Y los chicos generalmente no lo denuncian, porque la denuncia retroalimenta el círculo de violencia", dijo.

En febrero de este año, Martello presentó dos proyectos de ley destinados a visibilizar y abordar la problemática del bullying en la provincia de Buenos Aires. Uno de ellos propone realizar una encuesta anual sobre acoso escolar en todas las escuelas, ya que en la actualidad "no hay ningún dato como para poder mensurar el nivel de violencia en las aulas bonaerenses", según el diputado. El otro proyecto busca crear un taller obligatorio para chicos y padres en los dos últimos años de la secundaria, para hablar sobre ese tema.

Ambas iniciativas están ahora en la Comisión de Educación de la Cámara baja, esperando ser evaluadas para su tratamiento. Fuentes de la DGCE dijeron que no se brindarían detalles sobre el caso particular de Víctor "por precaución", debido a que hay una investigación admi­nistrativa en curso.

El hecho de estar alerta para la detección del bullying (término que viene de la palabra en inglés "bull" que significa toro, es decir que se podría traducir como "torear") es crucial.

"Lo primero que hay que hacer es estar atentos, muchas veces los chicos o sus padres denuncian los hechos y no se les da la importancia que se debiera", afirmó por su parte Mariana Kelly, integrante del equipo Bullying Cero del Centro de Investigaciones del Desarrollo Psiconeurológico (Cidep).
Kelly explicó cuál es la actitud que toma el equipo del Cidep cuando recibe una denuncia: "Siempre hay que actuar con cautela y no exponer a los que denuncian los hechos ante sus pares, porque si la situación es cierta, pueden recibir represalias peores y además se corta la confianza depositada en nosotros".

El extremo

La conclusión visible, terrible y extrema de este problema invisible del acoso escolar a veces es el suicidio. La muerte de Víctor, como la de otros chicos, es el final de un camino recorrido en soledad, lejos de la mirada de los adultos. Así lo dicen especialistas en la problemática del suicidio infantil y juvenil consultados por LA NACION.

"El sistema educativo no está preparado para hacer la lectura de las señales" que da un chico que está considerando suicidarse, dijo el psicólogo y criminólogo Ernesto Páez, autor del libro Suicidio en niños y jóvenes: un encuentro entre salud y educación .

"Un caso como el de Temperley es un hecho de alta complejidad y no cualquier profesional puede atenderlo. Los chicos muchas veces dan señales de lo que se disponen a hacer; el problema es quién las decodifica".

Por ello, Páez insiste en la importancia de capacitar a todos los actores para que puedan detectar las señales tempranamente y así poder trabajar para evitar el desenlace fatal.

Juan José Fernández, especialista en psiquiatría infantojuvenil del hospital Lucio Meléndez de Adrogué, es uno de los médicos que vienen relevando los intentos de suicidio de niños y jóvenes en distintos distritos del Gran Buenos Aires. Y advierte que la falencia también está en el sistema sanitario.

"El peligro es que, si se cura la herida producida por el intento de suicidio, pero no se atiende el porqué, se puede volver a producir, y esta vez con éxito", explicó. Y añadió que sólo el 20% de los pacientes atendidos por tentativa de suicidio pasan al equipo de salud mental para ser correctamente tratados.

"Nosotros llevamos adelante un programa por el que charlamos con todos los actores, especialmente médicos y docentes, para que sepan cómo detectar la ideación suicida de un chico e iniciar la cadena de tratamiento", explicó el médico.
Los signos a tener en cuenta

El Centro de Investigaciones del Desarrollo Psiconeurológico-Grupo Cidep ofrece una lista de signos en los chicos para que padres y docentes tengan en cuenta.

Para los padres
  • No querer asistir a clase
  • Desarrollar síntomas físicos el domingo a la tarde
  • Aparecer con golpes y moretones injustificados
  • Estar irritable, triste y nervioso
  • Cambiar el carácter
  • Tener insomnio
  • Perder objetos o dinero para utilizar en el recreo
  • No tener ganas de ver a los amigos ni de salir de casa
  • Comenzar con cefaleas
  • Sentir dolores abdominales
Para los docentes
  • Falta con frecuencia
  • No tiene integración con sus pares
  • Baja el rendimiento académico
  • No entrega los deberes y antes lo hacía (quizá se los robaron)
Fuente: La Nación

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